Mi amigo, comerciante ricachón aproximándose entonces a los sesenta años de edad, divorciado, levantó una veinteañera, sobre cuyos encantos hablaba con exaltada admiración.
Mi amigo, comerciante ricachón aproximándose entonces a los sesenta años de edad, divorciado, levantó una veinteañera, sobre cuyos encantos hablaba con exaltada admiración.